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sábado, 6 de abril de 2013

Marguerite Martin



 MARGUERITE MARTIN
Gran Maestre  de 1947 a 1954



Marguerite MARQUET, de casada MARTIN, nació el 23 de septiembre de 1877 en Fontenay-le-Comte en Vendée. Sus padres se ponían la etiqueta de « pareja de republicanos libre pensadores ».
De su infancia, a causa de una bofetada que recibió injustamente de una religiosa, data su odio a la injusticia. Tiempo después diría:

“Quizás es esta primera rebelión ante la injusticia la que ha hecho de mí, para siempre, una militante revolucionaria y me ha convencido de que puede haber en la cólera una forma mágica verdaderamente salvadora cuando está basada en intenciones altruistas y generosas.”

En su juventud se interesó mucho por la corriente anarco-sindicalista. Las acciones de Francisco FERRER, fundador de la escuela libre y Marie BONNEVIAL, le marcaron profundamente. También lo hicieron María VERONE y Madeleine PELLETIER. De esta manera, entró en la lucha feminista y llegó a ser una oradora brillante.

Conmovida por el contagio del odio durante la primera guerra mundial y la militancia política que le parecía insegura, las excomuniones y las actitudes sectarias hicieron de ella una insumisa.

De esta manera, encontró la Francmasonería que le dejó entrever un puerto de fraternidad. Proveniente de la Logia “Libertad” participó en la creación de la L:. “Raspail” que se reunió por primera vez el 4 de enero de 1918 asociada a cuatro logias pertenecientes a la Gran Logia Simbólica Mixta de Francia.

Reemplazó a la Ha:. Blanche ANTOINE en la Gran Secretaría de la Gran Logia Simbólica. En este puesto trabajó para llegar, el 12 de marzo de 1922, a la reunificación de su organización y del “DERECHO HUMANO”.

Fue Presidenta de la Federación Francesa y en 1947 fue elegida M:.P:.G:.C:.. A pesar de sus problemas de salud, presidió el Convento Internacional de 1954 en donde fue nombrada Gran Maestre de honor.

Citamos una de sus últimas alocuciones en el convento de 1954 que, según Rémy BOYAU resume la evolución de su existencia:

“No olvidemos nunca que este templo a las puertas del cual, en el momento inolvidable de nuestra iniciación, fuimos despojados de nuestros metales, no puede ser de ninguna manera y bajo ningún pretexto un campo de batalla ni por nuestras pequeñas ambiciones personales, ni por nuestras peleas partidistas ni por los grandes conflictos políticos o sociales que no tienen su lugar aquí”

El 11 de junio de 1956 partió para el G:.O:.E:. a causa de un infarto de miocardio.


El papel de las mujeres en la paz
Conferencia del 25 de febrero de 1926, sala de festividades del G:.O:.D:.F:.

He venido a vosotros con una emoción profunda. A lo largo de mi carrera de militante, ya larga por los más de veinte años en ella, no recuerdo haber experimentado nunca esta emoción de una manera más viva que ahora.

Los sentimientos que me animan están basados a la vez en la alegría, el orgullo y la rabia. Alegría de aportar mi humilde ofrenda a este culto de la Paz al que he consagrado toda mi vida, orgullo de haber sido juzgada por mis amigos digna de servirle, y rabia de no estar, a pesar de todos mis esfuerzos, a la altura de tan magnífica tarea.

Antes de 1914, tenía la osadía de hablar de la guerra porque no había sido consciente de todo el horror. Hoy día, sé que no hay palabras en ninguna lengua para expresarlo. ¿Por qué intentarlo ante hombres la mayoría de los cuales han vivido la angustia alucinante de las trincheras y ante mujeres que, casi todas, han conocido sus sufrimientos y sus pesares?.
Las palabras no podrían enseñar nada en este punto a los hombres y mujeres de nuestra generación.

El asesinato, el robo, la violación, el libertinaje, el hambre, la enfermedad, la miseria y la ruina son el cortejo habitual de las guerras.

Después de doce años, ninguna de estas calamidades se nos ha ahorrado.

En consecuencia, lo que sorprende no es el horror que la guerra puede inspirar, al contrario, es la indiferencia y la pasividad consentidora de las masas…. Nos extraña que la humanidad no salga más apaciguada de la prueba de fuego y de sangre que acaba de sufrir… y de que sea necesario todavía hablar de las vergüenzas de la guerra y de los beneficios de la paz…

Sí, ya sé, todo el mundo es pacifista. Nadie osa declarar abiertamente que es partidario de la guerra. Se ocultan púdicamente estos sentimientos. Cuando se ha hecho, es siempre en contra de uno mismo…. Pero se ha hecho e incluso se aprueba…

Mirad a vuestro alrededor….
En su seno, los partidos políticos se atacan con una violencia inaudita y parece realmente que el revolver  haya llegado a ser los argumentos supremos.

En el exterior, no sólo nosotros no hemos perdonado a nuestros enemigos, sino que ya miramos a nuestros aliados de ayer como posibles enemigos del mañana.

Lo que es cierto para nosotros, también lo es para ellos.
¿Dónde vamos? ¿Qué preparamos? ¿Queréis conocer las dulzuras de la guerra química y las de la guerra de artillería? ¿Los gases, los bacilos y los obuses de largo alcance? Decid, ¿es lo que queréis?
Si no lo queréis, ha llegado el momento de reaccionar y de remontar la corriente y para ello, no es suficiente limpiar y pacificar la política, es necesario también y sobre todo, limpiar y pacificar los espíritus pues las intenciones de los dirigentes no son nada ahí donde no esté la voluntad profunda de las masas.

No digo que para que exista la paz sea suficiente quererla, pero afirmo que quererla es un gran paso hacia su consecución.

No hay que pasar por alto ninguno de los elementos posibles de apaciguamiento.

He venido a deciros, y esto debe ser el objeto principal de esta charla, que uno de los más activos elementos de paz es sin duda la actividad social de las mujeres.

Entendámonos bien. No hay que preguntar a las mujeres más que lo que ellas son capaces de dar. Yo no soy de estas feministas fanáticas, que ven por ejemplo, en el sufragio femenino una panacea universal capaz de curarnos de todos nuestros males. No. Las mujeres, al igual que los hombres, no hacen, milagros…, y para dotarnos en el momento actual de la paz mundial y asentarla sobre bases duraderas, es necesaria, con seguridad, otra cosa que su buena voluntad… Hay un pesado fardo que levantar: las grandes fechorías de diplomacia secreta, los múltiples errores de la colonización, los de la educación, las exigencias cada vez más imperiosas de la vida económica, las ambiciones de unos y los odios de otros….
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Pero por lo menos se puede intentar hacer un esfuerzo desde la Sociedad de las Naciones, se puede ejercer una influencia en las capas profundas de los pueblos, y yo mantengo que para esta necesaria obra, la colaboración de las mujeres no es solamente útil, sino indispensable.

Vaya de antemano que preveo objeciones y que ya, sin duda, están apareciendo en vuestros espíritus.

La mujer a lo largo de la historia y especialmente durante la última guerra, no ha dado pruebas seguras de su pacifismo. En agosto de 1914, ella ha colocado lazos tricolores alrededor de su cintura y escarapelas en su sombrero. Ella no se ha tirado a los raíles delante de los trenes de movilización. Burguesa nacionalista, la mujer ha rechazado intervenir en los poderes públicos, en Alemania para parar las vergonzosas deportaciones del Norte, en Francia para dar pan a los hambrientos de los Imperios centrales. Como obrera, en todos los países, ha fabricado municiones para alimentar a la artillería…

¡Es verdad, lo sé,  me avergüenzo y  lloro!

Y sin embargo esto no me impide decir que la mujer es pacifista. ¿Cómo podría ser de otra manera?

¿Cómo la mujer que conoce el precio de la vida porque la ha creado podría no tener un horror instintivo al asesinato? ¿Cómo, la mujer, ecónomo por costumbre y por educación, podría no odiar este formidable despilfarro de riquezas que representa la guerra? ¿Cómo la mujer, naturalmente sensible y buena, podría no reprobar los actos de brutalidad y salvajismo inherentes a la guerra?

Negar esto es negar la naturaliza misma, la naturaleza siempre lógica y que no puede haber puesto a la vez en el mismo individuo el instinto generador y el gusto por la destrucción.

La verdad es que cometemos un error de psicología, error por otra parte fácilmente explicable. Efectivamente, ocurre a menudo que las deformaciones debidas a las influencias sociales o a los efectos de una mala educación, nos impiden ver el verdadero carácter de los individuos. Es esto lo que se produce con la mujer. No nos damos cuenta del que el estado de ánimo que nos extraña de ella no es más que el reflejo de la mentalidad masculina. Son los sentimientos masculinos los que la mujer, por su parte, también experimenta…

Sin duda, las mentalidades han evolucionado después de 1914 y aunque todavía la mujer no ha sido liberada por las leyes, es de justicia reconocer que se ha evadido en parte de las prisiones en las que nuestras costumbres la habían encerrado.

Ella ha trabajado, ha luchado, ha actuado y pensado por sí misma, o por lo menos la gran mayoría de mujeres lo han hecho. Pero antes de 1914, la mujer no sabía apenas que era la independencia. El hombre se había encargado de su educación y la había convertido en una especie de satélite de su propia persona…

El hombre había dicho a la mujer:
“Tu lugar está en el hogar y solamente en el hogar”. Tu papel es vivir contenta y ocuparte con ternura de la casa, traer niños al mundo y educarlos. Para el resto, descansa en mi sabiduría, en mi coraje y en mi fuerza. Yo estoy aquí y vigilo.”

Vosotros sabéis cómo ha vigilado…., y cómo el querido hogar, edificado con tanto amor por la esposa, por la madre, fue reducido a cenizas en unos pocos días.

¿Por qué en este momento habría tenido ella más lucidez que el hombre, su iniciador, su educador? La mujer lo ha visto desgraciado, en peligro, ella se ha visto asimismo amenazada. Él cargaba su arma para defenderla. Ella gritaba: “¡Apunta bien y mata!” ¿Qué hay de más natural? ¿Y no es profundamente injusto reprochárselo ahora?



Flaubert dijo: “Dios ha hecho a la hembra y el hombre a la mujer. Ella es el resultado de la civilización. Una obra artificial”. Palabras profundas que os dejo para meditar.
Sí, Dios o, si preferís, la Naturaleza, ha hecho a la mujer. La ha creado dulce y piadosa, la ha inclinado trémula de ternura al borde de una cuna. Esta criatura no admite la guerra, tampoco quiere el odio. El amor es su razón de ser. El instinto maternal es su fuerza. Ella nunca envía a su hijo voluntariamente a la guerra., Al contrario, le defiende poniendo en riesgo su vida, como un animal. La otra, la que el hombre, o si lo preferís, la civilización ha fabricado, la que viste a su pequeño hijo de soldado el día de carnaval y le da soldados de plomo como regalo, es un ser ficticio al que no hay que juzgar y condenar la feminidad,

Yo pido que se permita a la mujer poder expresarse siendo ella misma, ejercer su indispensable influencia. Para ello, hay que dar a la mujer su justa plaza en lo social.

A menudo he expresado esta idea de que hay en el mundo dos principios inseparables y complementarios, el uno masculino y el otro femenino, y que sólo la unión de estos dos principios puede dar lugar al equilibrio y la armonía. Por el predominio masculino sobre el femenino, después de los siglos hemos destruido el equilibrio. Ha llegado la hora en la que es necesario restablecerlo dando a la feminidad su verdadero lugar...
¿Cuál será, fuera de su influencia política cuya orientación es muy fácil de prever, la influencia profunda de las mujeres en la evolución de nuestras costumbres en el tema del pacifismo? Es muy fácil de prever. Habrá que buscarla primero en la exteriorización misma de su sensibilidad. El amor, como la belleza, poseen en sí mismos una potencia extraordinaria de atracción. En contacto con ellos, la humanidad encontrará, quizás, un poco de la llama del entusiasmo que ha perdido.

Hay que decir que nos hemos vuelto unos racionales y unos escépticos. Hemos perdido la Fe, y por ello no entiendo la fe en los dogmas religiosos. No, quiero hablar de esta fe en un ideal superior de justicia, de verdad y de fraternidad que animaba siempre a nuestros padres y que les hizo tan grandes en ciertos momentos de su historia. Hemos perdido la fe y la hemos reemplazado por frías verdades marxistas, por severas leyes económicas y científicas, por mezquinas pequeñas combinaciones políticas y electorales.

La mujer ha conservado piadosamente en el fondo de su corazón esta divina llama de entusiasmo…. Más sensible que cerebral, más intuitiva que racional porque por su naturaleza física ella está más cerca del instinto que el hombre, a ella le compete llevar a la humanidad hacia el Amor y hacia la sana naturaleza. Su delicada sensibilidad completará las carencias de la fría razón del hombre, al igual que gran la lógica del hombre completará lo que su ánimo tiene a veces de demasiado impetuoso y a veces incluso de irreflexivo.
Así pues, el uno con el otro y el uno por el otro, conseguirán la humanidad armoniosa que deseamos.

Pero donde su influencia será soberana es en la obra de la educación. El adulto es muy a menudo el niño que fue. ¿No habéis constatado vosotros mismos muy a menudo lo difícil que es romper con las influencias de la educación primaria y hacer tabla rasa con el pasado? Constantemente nos encontramos espontáneamente y casi sin quererlo con palabras y gestos de otros tiempos que creíamos olvidados.

Ahora bien, hay que decirlo, en casa como en la escuela y en la escuela como en casa, educamos a nuestros niños como si el fin supremo fuera hacer de nuestras hijas seres sin personalidad y sin energía y de nuestros hijos verdaderos brutos. A la niña pequeña, naturalmente temerosa y tímida le decimos: “No hagas ruido, no te agites así…. ¡Eso es sólo propio de niños!. Al niño pequeño naturalmente peleón, batallador y destructor le decimos: “No llores así por una pupa, hay que ser valiente, tu eres un hombre…..”

Así, nuestro hijo se entrena para rechazar lo que en él hay de verdaderamente humano, se ejercita en caer sin una palabra, sin un grito, por el orgullo de haber dado volteretas delante de una galería admiradora. En la escuela aprende a desfilar cantando: “¿Dónde vas tu, soldado de Francia?” Más tarde, los clubes deportivos nos lo toman para realizar bellas hazañas. Después de esto, podéis estar tranquilos. A los veinte años estará bien preparado para seguir a cualquier César en grandes expediciones guerreras….

De este estado de cosas, hay que decirlo, somos nosotras, las otras mujeres muy responsables. Pero esto, lo repito, porque razonamos con los hombres y como los hombres en lugar de seguir nuestros propios deseos. Si escuchamos a nuestro corazón, tomaremos sobre nuestras rodillas a nuestros dos hijos, niño y niña, como el buen padre Rip y les diremos:

“Hijos, entrad en la vida juntos de la mano. Si ella os sonríe, estaréis unidos en la alegría. Si la adversidad os golpea, seguid unidos en el dolor. No os avergoncéis por vuestras lágrimas porque son humanas y porque si conocéis el precio, sabréis evitar hacer correr otras. Aceptad con coraje el dolor en lo que sea inevitable porque os santifica y os vivifica… Pero luchad sin embargo contra él con todas vuestras fuerzas porque tenéis como primer deber servir a la vida y para ello necesitáis crear siempre bienestar en vosotros y a vuestro alrededor. Sed buenos, sed fraternales, sed humanos, sed, sobre todo seres vivos y no seres fácticos y convencionales.”

El día en el que todas las mamás, no sólo las mamás de Francia sino las de todos los países, hablen este lenguaje a sus hijos, ese día, César podrá guardar sus laureles y la política internacional no tendrá gran cosa que hacer para asegurar la paz en el mundo.

Desgraciadamente la feminidad ha sido deformada…. Equivocadas por este error de óptica que nos hace ver en todo lo que es masculino algo socialmente superior, las mujeres se han esforzado en conquistar las cualidades, las aptitudes del hombre, imitarlo en sus gestos, en lugar de afirmar sus propias posibilidades, en lugar de desarrollar sus propias facultades, diferentes, evidentemente, pero tan preciosas como las del hombre. Esfuerzo inútil y peligroso cuyo fracaso no ha servido más que para retrasar la hora de la liberación.
Hay pues, toda una obra de reeducación que hacer. No sólo reeducación de la mujer, sino reeducación de la pareja humana.
Es ésta la obra que ha emprendido la Masonería Mixta. Ella cree que las organizaciones feministas o femeninas, es decir, compuestas únicamente por mujeres, o preocupadas solamente por reivindicaciones feministas, están gravadas con los mismos errores que las organizaciones masculinas y que sólo las organizaciones mixtas son capaces de alcanzar esta armonía humana que soñamos.

Piensa también que cuando los hombres y las mujeres hayan estudiado en común todos los grandes problemas filosóficos y sociales de los que depende su bienestar y el de sus hijos: problemas de natalidad, de educación de los pequeños, lucha contra la prostitución, contra el alcoholismo, contra los tugurios, contra todas las taras sociales, estarán más cerca de la paz y, sobre todo del espíritu de paz, primera condición de la propia paz.

Es cierto que esta idea respondía al pensamiento de nuestro H:. Georges MARTIN, fundador de nuestra Orden y que le dio el más bello y simbólico nombre “El Derecho Humano”, y que él quiso este Derecho Humano internacional, el más alto, más puro, más bello de los internacionalismos, el que está basado en la fraternidad de las mentes y de los corazones, en la comunión de los seres en el amor.

He aquí la obra en la que hemos querido interesaros.

¿Me habrá sido dado haceros comprender y sentir toda la belleza?

Y ahora, me vuelvo a vosotras, mis queridas HHa:.. Digo “mis hermanas” porque oís bien, seáis o no Masones, estáis todas cerca de mí, ¡sois todas mis hermanas!
¿Cómo desearía dirigiros una ardiente llamada! ¡Cómo desearía poder encontrar en mi corazón las palabras que supieran encontrar el camino del vuestro!

¿No es cierto que me habéis comprendido? ¿No es lo que yo he expresado lo que todas sentís en el fondo de vuestro corazón? ¿No habéis comprendido el gesto de las mujeres alemanas, el gesto de las madres alemanas cuando han venido, hace algunos días, a plantar en los suelos devastados de Arras los árboles de la reconciliación, los árboles de la Paz, a la sombra de los que los pequeños niños de Francia jugarán mañana? ¿No es cierto que vosotras quisierais responder a este gesto tendiéndoles una mano fraternal? Por encima de las barreras convencionales, por encima de las fronteras, vosotras uniréis vuestras manos a las de todas las madres del mundo, y haréis con ellas una gran cadena de amor alrededor de la cuna de vuestros pequeños.

No respondáis más: ¿Y para qué? a los que os hablen de lucha y acción. Vosotras sabéis hoy que tenéis un gran papel que jugar. No es suficiente engendrar un niño de la propia carne: después de haberlo puesto en el mundo, es preciso permitirle vivir y ser feliz. No es suficiente construir un hogar, es preciso franquear la entrada para interrogar al horizonte y ver de dónde viene la nube que lo amenaza.
No olvidéis, mis queridas HHa:., la imagen simbólica que representa la República que es un rostro de mujer y lleva un nombre de mujer. Verdaderamente, un símbolo potente. Es preciso que llegue mañana para la eclosión de las fuerzas que están en vosotras, de las fuerzas que lleváis en gestación como habéis llevado a vuestro hijo, es preciso que mañana llegue  a ser una realidad sublime.

Despertaros, mis HHa:.

¡Odio al odio! ¡Guerra a la guerra!

Haced que el amor se expanda en vosotros y a vuestro alrededor, el Amor, potencia única, el Amor divino creador, el Amor hijo del Cielo

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