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martes, 20 de noviembre de 2012

Hacia una ética planetaria



LA LIBERTAD COMO HECHO ÉTICO CONDICIONADO POR LAS
CIRCUNSTANCIAS HUMANAS

DIANA MARIA PALACIO
M:.M:.
Resp:. Log:. 1545 Jacques de Molay
Or:. de Pereira - Colombia

En las siguientes líneas, hago, en primer lugar, una reflexión entre la acción humana como hecho racional consciente, determinado necesariamente por los valores existentes en un ethos humano (Morada Humana) y, por lo tanto, como hecho moral que pervive en las circunstancias propias de una comunidad definida históricamente y los factores condicionantes que le otorgan el sentido axiológico entendiéndose como la filosofía o la reflexión de los valores y juicios valorativos
En segundo lugar, si todas las formas de pensamiento constituyen el reflejo de la realidad material y social, y cada sociedad construye su existencia espiritual en consonancia con esa realidad, estableciendo el orden moral necesario para la convivencia y, por lo tanto, para su propia supervivencia, se debe esclarecer cuál o cuáles son las circunstancias que compelen o impulsan a la humanidad hacia la deconstrucción de valores desfasados en busca de una “calidad de vida “ como hecho de la sociedad moderna y la construcción o reconstrucción de un ethos verdaderamente humano. En este orden de ideas, una de las propuestas actuales apuntan hacia lo que se ha denominado la “ética planetaria”, propuesta en la cual trataré de hacer algunas consideraciones generales que, más que tener la intención de teorizar, se trataría de emitir un punto de vista que pudiera abrir espacios de reflexión y enriquecimiento de nuestras cosmovisiones o visión del mundo  y, seguramente, un compromiso ético amplio y actual que exige la presencia de organizaciones que, como la nuestra, fundamentan su existencia en una base ética racional de acuerdo con las características del desarrollo de la sociedad.
El mercado en su expansión genero la Teoría Crítica que coloca a la sociedad civil, en el mercado agresivo sin pensar en las necesidades de la preservación de un planeta para la humanidad, los grandes conflictos  que encierran  argumentos económico como las guerras, los transgénicos, el petróleo , el poder por el alimento, el calentamiento global por la contaminación, están llevando al limite la vida en el planeta y esto nos obliga a una seria reflexión sobre la supervivencia humana.

Como punto de partida, cabría  una serie de interrogantes, tales como:
1° Teniendo presente que los valores constituyen elementos de la legislación de los principios morales éticos de sociedades determinadas por condiciones espaciales, temporales y culturales, ¿Cuál es el carácter de las dimensiones que establecen la trama de las relaciones éticas con las que tratamos de comprender nuestra propia vida?
2° ¿Por qué se hace necesario considerar los discursos éticos de la llamada “cultura occidental”, hoy en un proceso de globalización que trasciende los límites de la explotación a la naturaleza y envuelve amenazadoramente las liberales de la sociedad del consumo de muchos pueblos?
3° Y, en ese mismo orden, ¿Hasta qué punto es indispensable romper el paradigma antropocentrista surgido del racionalismo cartesiano centrado en el sujeto, para construir una ética ambiental que se pueda manifestar como una mirada de la vida que incluya la dimensión ambiental?
4° ¿Es, además de necesario, posible, que la humanidad se haga consciente de la urgencia de construir una “ética planetaria” que ponga en escenarios sociales los valores éticos que comprometan el destino común de los individuos de la especie y, a la vez, éstos contribuyan a superar la division de la cultura en sus prácticas sociales, políticas, económicas y simbólicas? 
5° ¿Es la bioética, en la acepción actual del concepto, una respuesta o, cuando menos, el punto de partida necesario para esclarecer dudas, profundizar teorías, diseñar estrategias y asumir compromisos sociales y personales en torno a los compromisos vitales de las organizaciones sociales actuales?
Al momento de redactar estas líneas, confieso que son muchos más los interrogantes que me apremian, pero, la consulta seguramente me habrá de dar respuestas y plantearme más incógnitas. En orden a la claridad de este escrito, trataré de hacer una comprensión conceptual adecuada de ética, moral, libertad, circunstancias y necesidad, cuando menos. 
Quisiera antes de continuar con esta argumentación, en aras de mejorar mi comprensión personal del tema y su correspondiente argumentación, hacer una brevísima historia de los principales momentos en los que los teóricos de la ética, haciendo hermenéutica de las revelaciones propias de sus ethos, y de cómo, desde la tozudez que imponen las dinámicas sociales, han sido cantera de cambios necesarios en las visiones éticas.

Pues bien, según estos planeamientos, en la historia del mundo occidental desde la Antigüedad misma, se han ido construyendo múltiples miradas filosóficas de los cambios del hombre sobre la naturaleza para su propio provecho.  Trato a continuación de citar, a manera de contraste necesario para la comprensión de la tendencia actual de un ética planetaria, los principales momentos y el que podría considerarse la realidad histórica de su época.
La impronta de la escisión en la Antigüedad comienza con Platón y su teoría de los dos mundos,  cuya esencia se habría de prolongar en el pensamiento judeo-cristiano hasta nuestros días.  El pensamiento platónico marcó un dualismo entre el mundo supraterreno de las ideas, perfecto y trascendente, y el mundo de las cosas, perecedero e imperfecto. Así comenzó a tomar forma el desprecio por la terrenalidad, la carnalidad y el cuerpo como lugar limitado a los sentidos y a un tipo de conocimiento imperfecto, sombra triste de aquel otro mundo de los arquetipos, factores o motivos que ordenan los elementos psicológicos.   Era, en síntesis, una filosofía con fundamento en la incisión entre la cultura y la naturaleza (cielo-tierra, cuerpo-alma, espíritu-materia) que llegaría a la modernidad como la separación sujeto-objeto. La teoría  platónica era un argumento del “poder del alma sobre el cuerpo, del espíritu sobre la materia, de lo celestial sobre lo terrenal, de lo interior sobre lo exterior” (Noguera, 2004). 
De manera similar, lo terrenal fue considerado como fuente de pecado por los imaginarios religiosos; a lo sumo, el cuerpo sólo podía ser medio de un conocimiento más elevado y veraz, trascendente a la vida mundana. En este contexto, el ethos, la morada, el abrigo permanente de la vida, la casa de los humanos en el sentido de habitar bajo el respeto, se transforma hacia un concepto de habitar en relaciones de dominio. Ethos también significó para los griegos el conjunto de valores y hábitos propios de las tradiciones culturales de los pueblos, es decir, las costumbres (latín, mores). La physis (la naturaleza) en donde el hombre construye su morada se habría de entender, desde entonces, como el objeto de dominio por la especie humana que la habita. Esta concepción, bajo enfoques filosóficos en muchas ocasiones opuestos, seguiría perdurando hasta nuestros días, vivenciada en las prácticas sociales, económicas y culturales, reproduciéndose en los cambios de las formas históricas del pensamiento, sin llegar a perder su esencia. 


Hacia el siglo XVI, la crisis de la “edad de la fe” repercutió en profundos cambios que anunciaban el advenimiento de un nuevo orden mundial. El principal, la búsqueda de los fundamentos científicos de la verdad y, por lo tanto, una nueva fe: la fe en el hombre como ser racional. Desde la revolución Copernicana, el racionalismo cartesiano, el empirismo inglés, la filosofía políticamente racional de la Ilustración, hasta Kant, el “último ilustrado” en el siglo XVIII, las visiones éticas excluyeron el mundo de la vida ecosistémico, reduciéndolo a un mundo calculado, a objeto de investigación y recurso disponible, bajo la mirada antropológica que enseñoreaba al hombre para conocer, conquistar y transformar la naturaleza en beneficio propio.
Las revoluciones políticas burguesas mostraron el escenario del capital en el poder político, y la revolución industrial, el del capital en la economía. Una única doctrina pregonaba Comte: la de la ciencia; un único pensamiento válido: el positivismo. Desde esta racionalidad positiva, pragmática y utilitarista, la ética moderna se enmarcó en el final de un proceso que pasó de interés colectivo al interés individual en la sociedad. La razón se muestra exitosa al ser eficaz de extender su imperio a todos los ámbitos de la vida humana: política, economía, sociedad, cultura…
¿Cuál es, pues, el trasfondo de la ética que “heredamos” y a quién culpar del “mal” sino a unas visiones éticas que, desde sus orígenes mismos, jerarquizaron la razón (logos) divina y humana desde una ética (el ethos) que terminó menospreciando la naturaleza (physis)?

la racionalidad instrumental ha sido el uso de la razón que ha tenido un mayor éxito porque se ha extendido a todos los ámbitos de la vida humana. Tal triunfo hemos de atribuirlo, entre otras causas, a la eficacia que ha demostrado en la resolución de problemas, tanto na¬turales como sociales: en definitiva, al alto nivel de bienestar que dis¬frutamos en los países occidentales


HACIA UNA ÉTICA PLANETARIA
Históricamente hablando hubo un cambio en las relaciones entre los hombres, que explica, cuando del interés colectivo se paso al interés individual en las sociedades humanas. Tal cambio comenzó gracias al Estado centralizado y al avance del mercado, ahí apareció el individuo moderno, que se reconoce como Lipovetsky afirma, en la esfera privada, al rechazar someterse a reglas ancestrales exteriores a su voluntad íntima, pues ahora reconoce como ley fundamental su supervivencia e interés personal.


Desde esta perspectiva es posible pensar que la línea de la historia del polo colectivo, salto al polo individual, sin alcanzar equilibrio alguno, sin romper con la separación dicotómica entre ambos extremos. Del sometimiento a la ley comunitaria se paso al cerco del ego individual. Si equilibrio es lo que se busca, será necesario primero imaginar que es posible una comunidad proporcionada, entre lo individual y lo colectivo, entre el desarrollo de la subjetividad individual, en reciprocidad con el desarrollo de la subjetividad colectiva, pues la primera construye a la otra y viceversa, y para tal intento habrá que hacer uso de los elementos teóricos que el concepto de - Sociedad Civil- ofrece.

Lograr una ruptura con este precario esquema necesita que los actores que existen en el medio (los ciudadanos) se posicionen y salgan de aquellos roles paternalistas y pasivos, ya que dichos actores, representan la pluralidad que existe bajo diferentes identidades: empresarios - comerciantes, religiosos, defensores de derechos humanos, ambientalistas, feministas, artistas, indígenas, etc. Y es en ellos donde de algún modo se basan las estructuras que sustentan al orden social prevaleciente,

 En este sentido, la articulación de nuevos actores implica diversos esfuerzos, entre ellos el surgimiento de una voluntad política distinta, esto es, que reapropia el sentido del término de lo “político” de manera diferente a la costumbre hacia la preservación de la vida como un hecho critico y necesario.

 Por el contrario, en términos de comunidad debe aceptarse y tomarse lo mejor de la modernidad misma, para ir más allá de ella, y superarla. Al dejar a la vez dentro de la misma el sentido de – individualidad plena - que permita el desarrollo personal de sus integrantes, sin ser sometidos a una ley comunitaria que los rebase. Tal seria el objetivo de formar Ciudadanía en el seno de una sociedad civil que se articula con sentido democrático. Ciudadanía que obviamente supera el derecho al voto, y que ejerce sus plenos derechos y al formar automáticamente comunidad, y hasta quizás un buen gobierno.

Tal seria la vía actualmente posible a seguir, bajo la lógica de pensar global y actuar local, pues, ante la cada vez más mundializada situación, la llamada globalización como modelo económico y financiero agotado (Jalife – Rahme, 2007), muestra cada vez más, todos o quizás el mismo rostro: el del terror, los monopolios, el narcotráfico, la migración, el hambre, etc.

En un cada vez mas consolidado - sistema mundo -,de orden multipolar, donde diferentes regiones del planeta sufren de problemáticas similares y los efectos entre ellas son cada vez más cercanos, los discursos como el de los derechos humanos actualmente reavivan su auge, y son ya una fuerte característica de nuestra era; sin embargo el camino por recorrer es largo con respecto a las realidades sociales.

Por último, en una crisis global que de acuerdo a la visión de Jodorowsky: todo se esta cayendo, las religiones, la economía, la política, la cultura. Lo cual afirma que no es malo, es bueno, porque estamos llegando a una crisis de la cual, pronto, va a nacer un cambio absoluto, bueno y positivo. Por lo que hay que tener paciencia entonces (…) En tal sentido frente a una crisis planetaria es posible mirar por una ética planetaria, que va articulándose en base a la reformulación de los derechos humanos, de acuerdo a cada micro región de la humanidad y de la dignidad misma.




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