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jueves, 11 de octubre de 2012

La esclavitud en el siglo XXI

Foto: Sebastiao Salgado


Trabajo social anual de la Logia Constancia para el Convento Federal.



   Entendemos por esclavitud toda vulneración de derechos humanos por la cual un ciudadano pierde la capacidad para disponer de su libertad al estar sujeta a los designios de otras sin opción a réplica, protesta o discrepancia. El servilismo, la privación de justicia o la precariedad laboral entran en la misma

   Una somera relación de datos arroja el escalofriante panorama en el tiempo en que vivimos;
   La ONU dice que 250 millones de personas se hallan sometidas a explotación sexual, salarios ínfimos, reclutamiento forzoso. La explotación infantil, vergonzante como ninguna otra cosa, aumenta a medida que se recrudece la crisis. Se estima que existen 200 millones de trabajadores entre cinco y diecisiete años. En muchas ocasiones son vendidos por los mismos padres por cantidades irrisorias a los explotadores. Más del cincuenta por cien de estos niños se encuentran en Asia, continente considerado emergente y de mayor dinamismo económico según las estudios económicos, un espejismo más dentro de las consideraciones macroeconómicas.
El escalafón más degradante aparece cuando parte importante –al menos 300.000 de esos niños-son reclutados de forma activa en conflictos armados. La infancia plantea menos problemas, el adoctrinamiento es más fácil, la capacidad de respuesta mínima o nula, su situación de vulnerabilidad les hace estar presos del miedo.
La condición de mujer implica automáticamente una situación mucho más cercana a la esclavitud, cuando no bajo esta, en amplias zonas del planeta, al ser tratadas de diferentes maneras como una propiedad, refrendado por una legislación, filosofía, moral, preceptos religiosos, o la conjunción de los factores citados.
  ¿Qué nos dice esto? La falta de información, en un mundo donde las posibilidades para hacerlo son extraordinarias, de toma de conciencia y sensibilización es un hecho, seguramente el indicador más grave y doloroso; ¿Hasta qué punto hemos asumido la injusticia? ¿en qué medida somos responsables?
   La esclavitud es tan antigua como la naturaleza humana, de hecho forma parte de ella, por lo que nunca se ha erradicado, junto a las formas convencionales surgen otras que han cambiado de forma, han mutado, para adaptarse a los tiempos y pasar desapercibidas. Aunque ni siquiera esto es completamente cierto, entre los ss.XVI-XIX alrededor de 140 millones de esclavos africanos fueron trasladados desde su lugar de origen al Nuevo Mundo convirtiéndose en mercancía objeto de compraventa. Hoy, podemos contemplar como día tras día llegan en pateras hombres del mismo origen a nuestras costas, al primer mundo, algunos muertos, el resto devueltos o entrando en circuitos de explotación controlados por empresarios sin escrúpulos.
   ¿Qué indica todo esto?, el hecho es que la mayor parte de la riqueza de la tierra –en su mayoría en el tercer mundo- se encuentra en manos de un reducido grupo de personas –en su inmensa mayoría de nuestro primer mundo-, las decisiones tomadas, motivadas por los intereses de estos pocos, generan un sistema político y económico absolutamente desequilibrado y por tanto injusto. El hombre deja de ser un ciudadano con derechos y obligaciones para pasar a ser un simple número más con el que comerciar. Los recursos más básicos y preciados de nuestra biodiversidad, -tierra, agua- esa casa común en la que vivimos, forman en muchas ocasiones parte de intereses privados. El desequilibrio queda reflejado en todos los órdenes. La pobreza queda garantizada casi “a perpetuidad”, con ella la falta de formación e ignorancia. Se forma un círculo tan perverso como vicioso del que es muy difícil salir.
¿Qué podemos hacer como masones?
En primer lugar, la necesidad/obligación de informarnos para crear conciencia, y sólo así actuar en la medida de lo posible contribuir a su erradicación. Sin olvidar formas sutiles que hay en el primer mundo de servidumbre y servilismo, en el ambiente laboral especialmente, donde somos testigos del agotamiento, stress ymalestar de un gran número de trabajadores, y plantearnos cómo intervenir en casos de abuso
Modificar la actitud en la dinámica del poder, la relación de egos entre dominante-dominado favorece caer en el servilismo, y éste deviene en exceso de poder
Contar con el extraordinario papel de algunas fundaciones, instituciones y ONG’s, como Amnistía Internacional
No olvidar el sentido práctico de utilidad que nos define, por lo que sobran las distinciones de mayor o menos gravedad a la hora de actuar y poder constatar el fruto.
Convencimiento de que, en distinta medida, podemos hacerlo



  “Donde existe la esclavitud es negada la dignidad humana y avergüenza a todos los que dicen ser misericordiosos o comprometidos con los débiles y vulnerables del mundo. Los derechos humanos no son otra cosa sino la insistencia en la erradicación de la esclavitud y de la coerción en todos los aspectos de la vida. Pero aun así, en el umbral del nuevo milenio, seguimos encontrando formas viejas, y lamentablemente, nuevas de esclavitud. Miles de personas de todo el mundo viven y mueren como esclavos en una forma u otra”.
                                                                                                                           Kofi Annan

Para leer la síntesis de la Federación: Blog Masonería Mixta



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