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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Palabras de bienvenida



Palabras de bienvenida a un Aprendiz de su 2º Vigilante



Es un honor y una alegría para mí, poder añadir unas palabras de bienvenida a las del H:. Orador y guiar tus primeros pasos entre nosotros. Has elegido unirte a nosotros trayendo tu vida entre las manos. Aceptamos la ofrenda con agradecimiento, sabiendo que sus matices, únicos, iluminarán la obra que nos une. En contrapartida, te ofrecemos las nuestras, con la esperanza de que te sirvan para consolidar la trama de tu futuro….
Ahora, déjame contarte la obra para la que trabajamos todos en el Derecho Humano, y toda la Masonería del mundo, más allá de los tiempos y por encima de nuestras diferencias.
Déjame describirte nuestro Taller y los lugares que están alrededor, para que puedas encontrarlo fácilmente. Te voy a hablar del templo que construimos, del manejo de nuestras herramientas y nuestros métodos, para que tu trabajo sea fructífero.
Nuestro Trabajo está situado un poco alejado de una gran cantera, fuera de los lugares comunes. Lo reconocerás fácilmente por las sorpresas y los descubrimientos que decoran sus muros. Está realizado de sueños buenos y sólidos. Su tejado, hecho enteramente de discernimiento, nos protege de las tempestades de ilusiones que son muy frecuentes en nuestras latitudes. Hay un jardín donde florece la sinceridad y donde, alguna vez, viene a nutrirse el ansia de superación. Un poco más lejos, en la playa, la arena se deja pulir día a día, bajo nuestras miradas, por el vaivén del agua que borra las huellas dejadas por la confusión y la violencia de un mundo caótico.
Aquí, todo se expresa por metáforas, no para proteger secreto alguno, sino para evitar dejarse engañar por las múltiples interpretaciones que es posible dar a las palabras, para romper la argolla que el pensamiento lógico impone a la expresión del corazón y para servir para el desarrollo de la intuición.
Así pues, trabajamos para edificar un Templo, como hicieron los constructores de catedrales. Incluso si alguien lo concibe a su manera, representa sin embargo la obra de la vida. Hay una forma  y una función. Cada uno de sus elementos arquitecturales, cimientos, muros, bóveda y flechas, representa una dimensión de la realidad humana, instinto, emoción, pensamiento y espiritualidad. Y al igual que ocurre en nosotros mismos, cada elemento se apoya en el precedente para asegurar el equilibrio del edificio. El cuidado con el que se ha realizado la construcción, contribuye a la armonía del conjunto.
Se dice que las buenas herramientas hacen bueno el trabajo. Las de nuestros constructores, pueden parecer rudimentarias hoy día, pero permiten un contacto directo con la materia. Una vez dominadas, llegan a ser una extensión de la mano del artesano por la que percibe la calidad de la materia a trabajar y por la que impone su voluntad para darle forma. Verás que ocurre lo mismo con las herramientas simbólicas que utilizamos. Cada una corresponde a una tarea. Cada una sirve tanto para la interpretación como para la expresión.
Las herramientas y su manejo no son suficientes, puesto que se trata de edificar una catedral. Se necesita conocimiento y organización, es necesario un método, una regla. Nuestros conocimientos se transmiten por iniciación y nuestro método se denomina ritual. Desde hace siglos, bajo la dirección del arquitecto, los aprendices preparan la materia, los compañeros velan por el ensamblaje y después por la ornamentación del edificio y los maestros trazan los planos. Los compañeros no podrían montar los muros si las piedras no estuvieran bien talladas y los planos de los maestros no serían más que vanas quimeras sin el rigor del ensamblaje y la precisión de la talla.
He aquí, en algunas palabras, toda la alegoría masónica. El templo, es a la vez la realización del potencial del individuo y el desarrollo del conjunto de la humanidad. Los materiales de los que está hecho, son libertad, igualdad y fraternidad. Las herramientas son los instrumentos filosóficos con los que moldeamos la materia y medimos la cualidad. El ritual es el método de trabajo y la regla que nos imponemos, nos define como grupo.
Llega ya el tiempo de que calle. Después de todo, mis palabras no tienen importancia, sólo cuentan tus impresiones y las imágenes que espero haberte sugerido.
El tiempo para que comiences tu trabajo de Aprendiz se aproxima. Posees ahora todos los conocimientos requeridos.
Recuerda, la piedra bruta a tallar y pulir. ¿Qué deseas emprender sobre ti mismo?
Para este trabajo, te ofrecemos el cincel, el mallete y la perpendicular. ¿Cómo los utilizarás?
Este trabajo lo llevarás a cabo en el silencio, silencio de la palabra y silencio del diálogo interior. El silencio es propicio a la escucha y favorece la tolerancia que permite ir más allá de las palabras para aprehender el sentido.
Te agradezco haberme dado tus primeros instantes de silencio. Descubrirás que el don del silencio es la principal contribución que cada Masón aporta a la obra colectiva emprendida en Tenida.
Este silencio es un joyero en el que depositamos nuestras piedras, pulidas como las perlas depositadas en la orilla por el incesante trabajo del océano.
He dicho
J. L. F.
R.·.L.·.n° 1833  Or.·. de Montréal.

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